A lo largo de las dos horas del acto se han ido depositando velas encendidas en el interior del círculo formado por los congregados. Y, en el interior del mismo, los niños y niñas palestinos, nuestros vecinos, que no han parado de corear consignas adultas con voces infantiles, de encender velas, ondear banderas y mostrar carteles. Niños que , como en otras tantas ocasiones son protagonistas. Casi siempre involuntarios; casi siempre como víctimas... En esta ocasión lo son como agentes de denuncia contra aquello que les impide vivir, cuando no la corta fulminantemente, una infancia y adolescencia con unas mínimas esperanzas de futuro. Ni de presente, siquiera.
Y, junto a la gente más pequeña, las mujeres. Incansables gritando consignas, animando a los congregados, tomando la iniciativa...
En este día en que el mundo se ha visto sorprendido (y eso que la cotidianeidad amenaza inmunizarnos en breve) con el bombardeo de una escuela (ya el bombardeo de los hospitales casi ni es noticia...) en una pequeña ciudad al norte de la península Ibérica, un grupo de hombres y mujeres ha vuelto a concentrarse en exigencia de justicia. Hoy por Palestina; mañana ¿quién sabe?
Y, de fondo, Víctor Jara; eterno, siempre audible para oídos sensibles, entonando cansinamente, una vez más, "el derecho de vivir en paz".
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