Mencionando estos apuntes que, diez años atrás, emborronaron unas hojas de cuaderno, no puedo por menos que dedicar un pensamiento emocionado y agradecido a las gentes que ese 14 de diciembre de 2014, llenaron el aire con sones e himnos, pasando a formar parte así de la banda sonora del acto y, con ello, del paisaje musical de nuestras vidas. Sonaron poderosos sones rojinegros a los que sucedió la voz inconfundible de Jesús Escartín en una sentida versión del poema de Goytisolo "Soldado sí".
Antonio Viñuales (¿cómo poder agradecerle tanto?) surcó los aires con las notas de una sutil versión de "La última rosa del verano", exquisita melodía surgida de una mítica caja de música en la atmósfera familiar de la casa de los Acín-Monrás; sutileza posteriormente contrastada por la rotundidad y firmeza de su "Endecha 545", composición del recordado maestro que conformará el telón sonoro de la lectura de los 545 nombres. Y junto a Viñuales, un exquisito cuarteto de músicos; elegantes, sobrios , en su lugar...
Míticas, emotivas y festivas las intervenciones de Gaiters de Tierra Plana. El tiempo compartido en su compañía y la forma de llenar los silencios es algo que siempre se recuerda. Como recuerdo que, en esa ocasión, se vieron reforzados por miembros de Gaiters de Samiánigo, otros rostros familiares prestando su concurso en múltiples ocasiones.
No sería de recibo dejar pasar esta ocasión sin mencionar al menos (y presentando excusas a aquellos que, sin duda, en estos momentos recuerdo con mayor dificultad) a tantas y tantas personas que nos han acompañado en infinidad de lugares y han contribuido a humedecer ojos y carraspear gargantas. Estuvieran o no en esta fecha concreta que ahora rememoramos. Gentes como los coros franceses (¿Coro de Borredón, se hacían llamar?) con Toni a la cabeza ("los mejores luchadores, del campo y la ciudad"), Adebán (con "Arriba, abajo", su jota castellana perseguida por un guardia civil con exceso de celo cortesano), los siempre actuales Suburbano (¿quien no recuerda su paso por Huesca, y su concierto en la Plaza Luis López Allué), el imprescindible Coro Libertario de Torrero, el mestizaje loco de Los Comuneros, los cantautores Luis Pastor y Lourdes Guerra prestando su voz en los parajes maquis de Cuenca, Lucía Socam tocando la guitarra con un dedo roto en las montañas donde la 43 gestó su leyenda, Luis Eduardo Aute cantando "al alba" ante un auditorio que no olvidaba los últimos fusilamientos del franquismo... Y tantos otros, hombres y mujeres, tañedores de la memoria rebelde.
¿O como olvidar la figura de Chantal (siempre, como la Ronda de Boltaña, bajo dos tricolores consiguiendo que sonara, al final de cualquier acto, el himno oficial/oficioso de Aragón, el que anuncia que veremos una Tierra llamada Libertad, y evoca al cantautor de estas tierras)? Semper fidelis, Chantal.
Larga lista, interminable... Eternas estrofas, ensordeceras...
Hijos del pueblo, te oprimen cadenas
y esa injusticia no puede seguir.
Si tu existencia es un mundo de penas
antes que esclavo, prefiere morir.
Gracias Carlos
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