De mis notas de ese día (14.12.2014):
[...] Uno de los momentos más emotivos es la lectura de los nombres. Hombres enormes que se derrumban al pronunciar en voz alta lo tanto tiempo silenciado, mujeres menudas de voz serena y ademán suave, personas acompañadas hasta el atril recorriendo unos cortos pasos que jamás pensaron que podrían andar, ojos húmedos, semblantes con un arco ilimitado de emociones dibujadas en los mismos, pañuelos que esconden emociones y ojos que lagrimean extrañas mezclas de alegría, rabia, tristeza y orgullo.
Y silencio; un denso y espontáneo silencio tan sólo roto por delicadas notas musicales y expresivos aplausos cada vez que termina la lectura de un bloque de nombres.
Conozco a las gentes que aquí se encuentran; conozco su dolor y su orgullo; las he visto acercarse al Círculo Republicano a compartir fotos y documentos, a interesarse por esta fecha y los trabajos previos que la han hecho posible, a participarnos su confianza en que este día llegaría pronto... Gentes llegadas desde diferentes rincones de Francia, de Alemania, de buena parte de las tierras de la `piel de toro.
545 nombres y más de una veintena de personas que se turnan en el uso de un atril, testigo de un cielo que se niega a descargar su lluvia en la certeza, quizás, que ni las más negras tormentas del himno anarcosindicalista podrían bajarnos de este cerro hoy.
Termina la lectura, los claveles comienzan a llenar los vacíos en las metálicas placas... Los familiares reciben un pequeño obsequio: la réplica a escala de la pirámide que circunvalaron con su voz.[...]
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