Hay notas que uno desearía no escribir nunca.
En primer lugar, por lo injusto y tramposo de saltarse el orden natural (¿natural?) de las cosas, eso que los mayores (aún los más mayores que yo) llaman "ley de vida". Y eso sucede cada vez que debemos despedir a alguien más joven que uno mismo.
En segundo lugar, porque faltan las palabras, las palabras que expresen la tristeza, la soledad o el deseo de un reencuentro futuro en una dimensión distinta. Eso es algo que los creyentes tienen y que, los que no lo somos, debemos paliar con una "hasta la victoria siempre" o un "que la tierra te sea leve". Repito: faltan las palabras, no así el sentimiento de pérdida.
Se nos ha ido Juan José Almazor, compañero de tantos y tantos actos republicanos, hombre de confidencias en conversaciones de calle, de abrazos nunca fingidos, de largas manifestaciones tricolores, de subirse a lo más alto del memorial 545 para la foto de familia... Se nos ha ido Juanjo y su nombre pasa a engrosar la ya larga lista de personas a las que dedicamos un pensamiento y un brindis cada enero, en la jornada en la que celebramos todo el tiempo compartido, que ya forma parte de nuestra historia, y lamentamos que las leyes del tiempo y la vida nos impidan continuar todos juntos hasta ese futuro que será nuestra legado.
Siempre apuntado al negro en su atuendo, su sonrisa iluminó nuestras conversaciones, su profesionalidad nos atendió infinidad de noches y su buenhacer nos acompañó en momentos de todo tipo. ¡¡Cuanto te vamos a echar de menos, Juanjo!!
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