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Bienvenidos/as al blog del CRMAHU .- Círculo Republicano "Manolín Abad" de HUESCA

lunes, 22 de agosto de 2022

23 agosto 1936. El gobernador y el obispo. Próxima actividad del CRMAHU.

 


DÍA: MARTES, 23 de agosto
HORA: 20:00 horas
LUGAR: Plaza Concepción Arenal - HUESCA

Acto republicano, en el que recordamos y dignificamos a los 96 ciudadanos y ciudadanas asesinados por los militares sublevados y sus cómplices en Huesca capital hace 86 años.

El día 23 de agosto de 1936, hace ochenta y seis años se produjo la mayor saca de los 545 asesinados en Huesca capital 96 ciudadanos. 90 hombres y 6 mujeres


 
En esta plaza de Concepción Arenal, popularmente llamada plaza la cárcel, estaba situada la cárcel donde fueron encerrados las personas perseguidas por sus ideas o que no se sumaron a la rebelión militar del 18 de Julio de 1936.

El gobernador militar de Huesca capital era Luis Solans Lavedán


Nació en Albalate de Cinca, en Huesca. Ingresó en la Academia de Infantería de Toledo en 1896, y posteriormente se diplomó en la Escuela Superior de Guerra. Participó en la Guerra del Rif, donde obtuvo sus ascensos a Teniente coronel y Coronel. En julio de 1936 estaba destinado en la Agrupación de Cazadores de la Circunscripción Oriental del Protectorado español de Marruecos. Al igual que otros oficiales de la guarnición, estaba implicado en la conspiración militar contra el gobierno de la República.

Cuando la tarde del 17 de julio se adelantó la prevista sublevación militar de Melilla, el coronel Soláns, al frente de un grupo de oficiales y jefes rebeldes, ​ ocupó el edificio de la comandancia militar donde se encontraba el general Romerales y su Estado Mayor, la mayor parte del cual se sumó a la sublevación. Bajo amenaza de ejecutarlo allí mismo forzaron al general a rendirse y declinar el mando, y tanto él como quienes le acompañaban fueron detenidos. ​ A la una de la madrugada del 18 de julio envió a la Comandancia militar de Las Palmas un telegrama dirigido al general Francisco Franco anunciándole que ya eran dueños de la ciudad de Melilla.

El 20 de Agosto de 1936 fue nombrado Gobernador Militar de Huesca.

En diciembre de 1936 fue nombrado gobernador militar de Cádiz, ​ tomando posesión del cargo el 4 de enero de 1937. El 8 de enero es ascendido al rango de general de brigada. ​ Después se haría cargo del mando del II Cuerpo de Ejército —posteriormente renombrado Cuerpo de Ejército de Extremadura—,​ unidad que formaba parte del Ejército del Sur, y cuya zona de actuación iba desde el límite entre las provincias de Cáceres y Badajoz hasta el río Guadalmellato y Alcolea.​ Durante el resto de la contienda mantuvo esta posición, sin intervenir en operaciones importantes hasta el final de la guerra.

Durante la dictadura franquista se convirtió en presidente del Consejo Superior Geográfico. También fue miembro del Consejo Nacional del Movimiento y procurador en las Cortes franquistas por designación directa del dictador Francisco Franco, entre 1943 y 1951.​ En 1945 ascendió a Teniente general.

Falleció en Vitoria el 6 de septiembre de 1951.​

Zona de enterramiento: Cementerio de la Almudena, Madrid. Primera Meseta Cuartel 126 Manzana 83 Letra C

El obispo titular de Huesca era Lino Rodrigo Ruesca (1885-1973)

Nació en Aguarón (Zaragoza) el 28 de noviembre de 1885.

Ordenado sacerdote el 18 de julio de 1909, a los 23 años.

Nombrado Obispo de Huesca el 28 de junio de 1935.

Apoyó a la sublevación militar. El domingo 23 de Agosto de 1936, ordenó a los sacerdotes de las parroquias de Huesca que en todas las misas y desde los pulpitos alentaran a sus feligreses a  “REPRESALIAR” a los ciudadanos no católicos.

Lino Rodrigo Ruesca, quien pese a que Huesca estaba en manos franquistas decidió refugiarse en la parroquia de Santa Engracia, en Zaragoza a finales de agosto, "una fuga que no comprendieron muchos sacerdotes ni buena parte de la feligresía". 

Muere en Huesca el 19 de mayo de 1973 a los 87 años, después de cumplir 20 años como sacerdote y 43 como obispo.

Zona de enterramiento: Catedral de Huesca.

 

 El sangriento domingo.   

Huesca es una ciudad tomada por las fuerzas sublevadas, cuyos mandos se niegan a evacuar a la población civil, buscando en la misma un escudo humano ante los más que previsibles bombardeos republicanos a una ciudad que es objetivo militar declarado

Los oscenses están en misa cuando descargan los aviones: dos muertos, una señora que cerraba el balcón y un maestro nacional enrolado en la Cruz Roja y de servicio en el Hospital.  

Antes de veinte minutos la falange sale con su jefe a la cabeza, Acción Ciudadana desfila tras ellos, algunos curas alientan a las masas: ¡Represalias! Es la voz generalizada. Falange grita ¡Arriba España! Y los oscenses aún neófitos en lo que se les avecina, contestan con vivas.

La muchedumbre está soliviantada en una situación caótica, sin información de lo que ocurría, dominada por un miedo intenso: sobre la ciudad se ciernen las hordas

 La dirección de la cárcel, por orden de la Comandancia, procedía a dejarlos en libertad para que un grupo de oscenses se los llevara maniatados en los camiones    

Algunos creen que la carnicería fue en el cementerio de la carretera Zaragoza, pero no parece que tal acontecimiento pudiera desarrollarse allí:  

Entre los asesinados había algunos vecinos de Almudévar, Angüés o Ayerbe, detenidos tras la sublevación militar al venir a Huesca para exigir armas con que defender al Gobierno legítimo, pero la mayoría eran oscenses de cualquier clase social y procedencia política: Jornaleros, panaderos, comerciantes, abogados, albañiles, maestros, médicos, empleados de banca… también mujeres, seis al menos, entre las que se encontraban las hermanas Rafaela y Victoria Barrabés, de 20 y 21 años, respectivamente, detenidas por la gente de orden al no hallar en casa a sus dos hermanos anarquistas. Y Conchita Monrás, viuda ya de Ramón Acín asesinado pocos días antes

Obran en los archivos de la cárcel órdenes firmadas de la Comandancia Militar para que el director de la prisión vaya “poniendo en libertad” a las víctimas del 23 de agosto. Documentos que, unidos al Registro Civil el hecho de que no pesara sobre ellos ningún cargo ni delito, no fueran juzgados por tribunal alguno –el juez de instrucción también fue asesinado, la actuación de la ambulancia 24 de Cruz Roja en ese día, algún testimonio oral como el ofrecido y los datos de la prensa que hablan de la virilidad ultrajada, o sea “con dos cojones” que es como se hacen estas cosas, dan como resultado que 96 personas fueron linchadas por auténticos carniceros, con la complicidad de los militares y la Iglesia local. Aquel día una losa de dolor y de olvido interesado cubrió la memoria oscense.

- Diversas fuentes -

 

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