Hace escasas horas nos ha dejado uno de los grandes referentes, memoria y testimonio de los dramas por los que pasó el pueblo oscense a lo largo del pasado siglo.
Ayer, a las 23:17 horas, un mensaje de José Antonio Gállego nos informaba del fallecimiento de su padre, Gerardo. Sabíamos del delicado estado de salud que afrontaba desde hacía tiempo con su entereza de siempre.
Gerardo Gállego Auseré era conocido por su papel como cofundador del CRMAHU, asociación republicana a la que honró con su dedicación y esfuerzos. Su presencia, junto a otros dos grandes de la dignidad y resistencia en esta provincia (Martín Arnal y Mariano Viñuales) ha conformado un trío referente, siendo relevantes sus intervenciones públicas en todos los actos de memoria y compromiso. Hasta que la edad le obligó a moderar sus presencias públicas.
Imposible no recordarlo en Vicién, acercándose a uno de los lugares de memoria de la localidad, con su sonrisa perenne, atravesando un aire helado. O, todos los once de febrero, al pie del monolito de Manolín Abad y compañeros, siempre acompañado de gente tricolor, rememorando a los protomártires republicanos y celebrando la proclamación de la I República. O participando en las jornadas republicanas anuales de Huesca...
Despedimos a Mariano Viñuales en las trincheras de Tardienta. Despedimos a Martín Arnal en Bielsa, en el monolito dedicado a las víctimas de los bombardeos sobre dicho pueblo. Despediremos a Gerardo Gállego este viernes, día 30 de septiembre a las 11:30, en el cementerio de Ayerbe, entre placas y memoriales dedicados a las gentes represaliadas por el cáncer fascista.
Esos tres lugares, esos tres personajes, conforman ya un triángulo de honor resistente, de memoria de los irreductibles, de presencia que fue, es y seguirá siendo historia dentro y fuera de los libros de texto.
Desde estas líneas, las gentes que nos cobijamos bajo la tricolor bandera queremos manifestar a José Antonio nuestras condolencias y unirnos a su dolor y al del resto de miembros de su componente familiar y amical.
Y a tí, Gerardo, agradecerte todo el tiempo compartido y desearte que la tierra te sea leve. Nunca morirás mientras alguno de nosotros siga recordándote.
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