Recibimos de nuestro amigo y compañeros en tantos quehaceres republicanos, Jean Ortiz, un artículo de opinión acerca de un tema también de actualidad en nuestra ciudad.
La causa republicana española va ensanchándose,
tanto en España como en Francia, ganando seguidores, multiplicándose y a la vez
dividiéndose mucho, como si la dispersión fuese una enfermedad consubstancial de
los “progres” y de los revolucionarios.
Algunas de las segunda y tercera y cuarta
generaciones procedentes de familias republicanas acuden hoy al trabajo
(prefiero hablar de “combate”) de memoria. Parte de éstas lo hacen desconociendo
el compromiso de muchos pioneros, desde hace largo tiempo, y tratan de
presentarse como si no se hubiese hecho nada antes; retoman los viejos discursos
redundantes y se valen del movimiento memorial para intentar “ser alguien”.
¡Bienvenidos todos!
La historia pondrá a cada cual en su sitio,
dejando a los combatientes “de la última hora” donde les corresponde.
Otros activistas, muchas veces desconectados de la
lucha social y política de su propio país, reivindican hoy su identidad, la
memoria negada, confiscada. ¡¡Bienvenidos!! Pero ser “hijo de ‘rojo’ ” se
merece. Me parece difícil autoproclamarse republicano y no hacer huelga, por
ejemplo, cuando es necesario. No basta con definirse como “republicano”. La
lucha contra la crisis abismal del sistema, contra la austeridad para los de
siempre, contra la insostenible política europea, no puede sino ir pareja con la
recuperación y la vivificación de las memorias republicanas y/o
antifascistas.
Resulta difícil quedarse sólo en un enfoque
“victimista”, lastimero, derrotista, sentimental, sin contenido político
verdadero, sin luchar por los ideales revolucionarios, de ruptura con el
capitalismo, ideales de nuestros (bis) abuelos, anarquistas, comunistas,
socialistas, pumistas, azañistas... Pese a sus desgarramientos, todos coincidían
en la primacía de la “cuestión social”. No dejemos que los estafadores de la
memoria nos despojen de ese cimiento. Resulta escandaloso, insoportable, que en
varios lugares la toma de palabra republicana durante los homenajes resulte
prohibida o descafeinada, como si fuera necesario pedir perdón por ser “rojo” y
no arrepentido.
Lo que más me duele es ver que algunos compañeros,
a pesar de su origen republicano, acepten esas limitaciones, esas coacciones,
cuyo fin no es sino acallar cualquier “amenaza” contra la monarquía “liberal”, y
estorbar la perspectiva de una España de todas las Españas, social, soberana,
anticapitalista.
No aceptemos, compañeros, que las memorias
republicanas, tan bellas, tan dolorosas, tan legítimas, tan imprescindibles, se
vean amordazadas, incluso por algunos de los nuestros. Busquemos los caminos de
la unidad, pasando la página, aunque resulte difícil, asumiendo los errores
pasados, y las diferencias. Ya es hora de ir superando nuestras discrepancias,
cueste lo que cueste, y de centrarnos en lo esencial: que viva la memoria
republicana a la luz de hoy, para construir un mundo más humano, más justo,
mejor.
Jean Ortiz, Profesor,
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