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martes, 23 de septiembre de 2025

Charla: “La caída del Antiguo Régimen” (Parte 1)

 


Texto: Carlos Migliaccio Burgueño   -   Fotos: NEOFATO

Ayer, día veintidós de septiembre de 2025, tuvo lugar en la librería La Pantera Rosa la charla titulada “La caída del Antiguo Régimen”. Corrió a cargo de Herminio Lafoz, doctor en Historia Contemporánea y ex catedrático por la Universidad de Zaragoza y se inserta en un ciclo de conferencias impartidas por la escuela republicana a cargo del Ateneo Republicano de Zaragoza. 

El acto gozó de una amplia respuesta ciudadana que se tradujo en un aforo completo dentro del acogedor lugar. Una vez realizadas las pertinentes presentaciones, el historiador, con un tono ilustrativo y didáctico, inició su explicación, apoyándose para ello en su libro “Zaragoza, 1808: Revolución y Guerra”, cuya lectura y estudio huelga decir resulta del todo recomendable. Con la calidad propia de un renombrado profesional comenzó por derribar ciertos mitos del período histórico en cuestión. Argumentó razonadamente que la concepción historiográfica que apunta a entender la bautizada como “Guerra de la Independencia” como un glorioso levantamiento nacional patriótico frente a un cruel invasor, no parece ajustarse con precisión a la realidad ni al testimonio de las fuentes. Adujo entonces que, como otros tantos conflictos en la Historia, se superponen varias perspectivas a tener en cuenta: Fue al mismo tiempo una guerra civil entre españoles defensores de las nuevas ideas liberales frente a otros partidarios de la mantenimiento del absolutismo monárquico, y un enfrentamiento geopolítico internacional en que participaron, entre ambos bandos, ingleses, franceses, españoles, italianos, polacos, etc.

Prosiguió indicando que no cabe considerar a Francia como una potencia invasora por las razones que a continuación se enumeran:

Por un lado, no resultaba un país extraño ni ajeno para España puesto que ambos compartían, al menos hasta antes del estallido revolucionario francés, una misma dinastía real (la borbónica), lo cual se reflejaba en los conocidos Pactos de Familia, que establecían que si una de las dos fuera amenazada, la otra acudiría militarmente en su ayuda. Incluso una vez derrocados los monarcas en París, la Monarquía española colaboró con la Francia republicana en la batalla naval de Trafalgar, resultando ambas derrotadas por el almirante Nelson y la armada británica en 1805. En definitiva, Francia no había sido un enemigo, sino un aliado tradicional para España. Además, en virtud del Tratado de Fontainebleau firmado por el ministro extremeño Godoy (que obtendría para sí una cuantiosa suma monetaria y ser nombrado rey del Algarve) se autorizó el paso a través de los Pirineos del ejército napoleónico que buscaba atacar con una fuerza aproximada de ciento treinta mil hombres a Portugal por incumplir el bloqueo marítimo contra Inglaterra. Dicho contingente armado, una vez cruzó la frontera, lejos de desatar ningún tipo de enfrentamiento con la población local, se asentó en diferentes ciudades y enclaves estratégicos (San Sebastián, Pamplona, etc) de forma ordenada y pacífica. Sucedió entonces que el fracaso en la Conjura del Escorial, urdida por el futuro Fernando VII para despojar del trono a su padre Carlos IV, evidenció las corruptelas de la corte española, algo que no pasó desapercibido para Napoleón. El emperador francés invitó a ambos monarcas españoles a Bayona, donde abdicaron y traspasaron la corona a Napoleón a cambio de una gran cantidad de dinero. 

De hecho, el propio Fernando, que durante la contienda bélica vivía “a cuerpo de rey” (valga la redundancia) en un palacio cercano a la capital francesa, felicitaba efusivamente a Napoleón por sus victorias contra los españoles. En definitiva, los franceses no entraron de forma violenta en territorio español y Napoleón se hizo con el poder de forma legal y en ningún caso violenta. Se detiene el orador en este momento para lanzar una reflexión: Se conoce al hermano de Napoleón, José I, con el sobrenombre de “Pepe Botella”, dando al entender que este personaje histórico se caracterizaba por su alcoholismo, cuando lo cierto es que era absolutamente abstemio. Por consiguiente, se trataba de una falsa acusación difamatoria contra su persona. Así pues, el señor Lafoz estableció una comparación, encontrando similitudes con los riesgos de las “fake news” actuales y la desinformación prodigada a través de los bulos. Concluyó exponiendo algunos detalles y curiosidades sobre Palafox y la defensa de Zaragoza en manos del sistema de encuadramiento de los siete tercios de a mil.


El resto es historia bien conocida: Guerra y destrucción material y de vidas humanas, las Cortes de Cádiz alumbrando la Constitución de 1812 (“La Pepa”),liberalismo burgués frente a tardo feudalismo tradicionalista., el manifiesto de los persas y la abolición de la Constitución gaditana…








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