El Círculo Republicano “Manuel
Abad” de Huesca conmemora el próximo día 11 de febrero de 2014 el 141 aniversario del advenimiento de la I
Republica Española rindiendo homenaje en el cementerio del cerro Mártires de
esta ciudad a los republicanos que desde mediados del siglo XIX cayeron por la
causa de la libertad.
La lucha por
la implantación de un Estado republicano puede enmarcarse ya en España en plena degradación e impostura de
la “revolución” liberal, cuando en la década de los 40 de la centuria
decimonónica, el “espadón de Loja” y gran representante de la aristocracia
andaluza, general Narváez, en nombre del liberalismo conservador, desplaza con
un cuartelazo o pronunciamiento al uso al contrincante general Espartero, quien
entre 1840-43, actúa como Jefe de gobierno y de Estado, por la destitución de
la regente reina madre Maria Cristina, viuda del absolutista Fernando VII,. en
el pronunciamiento esparterista de 1840.
Vemos como los
destinos de España se rigen por unas elites cívico-militares, dentro del
genuino liberalismo español, que excluye y
aleja de las decisiones del poder
al gran segmento de la población, que va desde los más abajo hasta la
pequeña burguesía revolucionaria y
protorepublicana. En la era Isabelina de poder efectivo (1843-68), la reina
apostaría , no obstante, por el liberalismo conservador, confiando en el
general andaluz, las riendas del poder represor siempre que pudiese, desde su
entronización por éste como reina adolescente con 14 años.
El arranque de
los años 40, bajo el mayor avance político liberal hasta entonces con el
progresista Espartero fueron años, dada la coyuntura, del germen más visible
del republicanismo.
“El pronunciamiento de septiembre
de 1840 propicia una situación de oportunidad política en la que se organiza un
embrión de “partido” republicano en torno a periódicos y hojas volantes en
varios puntos de España. Esta tendencia tendrá una importante difusión entre
las clases populares gracias a los medios que se emplean: lecturas públicas de
la prensa en gabinetes de lectura, casas particulares o en cafés; banquetes;
sociedades de instrucción y de socorros mutuos; y sociedades secretas. En estos
ámbitos no sólo se teoriza acerca de la ciudadanía sino que ellos mismos son
pequeños laboratorios donde las clases populares aprenden, experimentan, ponen
en práctica la condición ciudadana. Esto tuvo como consecuencia, ya en el año
1842, la proliferación de actos de ocupación de la esfera pública, con gritos y
canciones republicanas en calles, teatros y cafés; brindis y manifestaciones,
lo cual implica la construcción parcial de una identidad ciudadana particular por
los grupos republicanos.” (1).
La oleada revolucionaria liberal
de 1848 en Europa, la llamada primavera de los pueblos, en pro del sufragio
universal y del republicanismo social ( libertad de asociación, expresión ,
participación política directa, gestión municipal directa y no tutelada y
designada desde arriba...) no tuvo el
eco suficiente en España y fue
fácilmente reducida con el doble poder militar represivo ( cuartelero y civil)
con que contaban los liberales moderados desde 1845, con la sustitución de la
Milicia Nacional como fuerza armada ciudadana, aunque corporativa, por la
Guardia Civil creada ad hoc, como
celosa institución en la defensa de los intereses inmovilistas de la propiedad
rural, formada en su mayor exponente por la aristocracia y la nueva burguesía
agraria crecida con las desamortizaciones. En esta oleada revolucionaria se
inscriben y caben destacar las acciones
armadas republicanas oscenses de Manuel Abad y sus compañeros republicanos
fusilados en Huesca en ese año de 1848 y a los que años más tarde , en 1885, se
les recordaría como mártires de la libertad con el monumento erigido en el
cementerio del cerro Mártires por suscripción popular y municipal. Este lugar, valga recordar, alberga hoy también en
su recinto y en sus alrededores los restos diseminados de otros fusilados
republicanos y en especial de los que fueron liquidados con la forma expeditiva
de los criminales tribunales militares franquistas y sus secuaces delatores y
pistoleros falangistas, tras apoderarse de la capital oscense las fuerzas rebeldes contra la II República.
La infamia y la dejadez han hecho que esos restos sigan hoy aún por ahí, en el
abandono y en la ocultación al uso y que éste sea un lugar marginal y marginado
de la ciudad .Esperemos que la decisión ciudadana y el poder municipal oscenses
converjan pronto hacia la dignidad y altura de miras, para convertir este
emplazamiento en algo digno para el recuerdo, un parque temático de la Memoria
para la educación de generaciones en el recuerdo de los generosos luchadores
por la libertad, la res pública, el
avance social y en definitiva el progreso de la Historia frente al inmovilismo.
Las décadas posteriores a 1848,
consagrarían el fracaso de la revolución liberal en España y también la de su
vertiente más radical y social derivada del primer republicanismo. En el
sexenio revolucionario que se abre tras el destronamiento de la monarquía
isabelina en 1868, por la revolución septembrina, los liberales en el poder no
contemplaban en su agenda una revolución con amplias bases sociales ni tampoco
compartían la preocupación de los republicanos por la situación de la clase
obrera y las masa campesinas desheredadas. Los gobiernos provisionales del
primer bienio del periodo, adoptan con la Constitución de 1869 el primer
sufragio universal, masculino y de mayores de 25 años, que afectaba a un 24% de
la población ; la forma monárquica de Estado fuera de la dinastía
borbónica y la libertad confesional,
pero sin separación de la Iglesia y el Estado. La búsqueda de un rey de una
dinastía europea ( francesa, alemana, portuguesa, italiana) derivó en Amadeo de
Saboya, hijo del rey de la Italia recientemente unificada, un rey
convencidamente liberaldemocrático, de una dinastía hereje para el centro papal
por haberle aquélla reducido el poder temporal y su territorio a una ciudad
fantasma independiente en el centro de Roma, el Vaticano. La llegada a Madrid
fue de una frialdad y desafecto total por las familias aristocráticas que con
Canovas del Castillo como político
intelectual de choque prepararían el partido alfonsino para la restauración
borbónica. Así que este reinado, de poco
más de dos años, fue blanco del descontento de los de arriba y de los de abajo,
del incipiente movimiento obrero que comenzaba a organizarse en alternativas
del socialismo en las versión anarquista
de Bakunin, introducidas por Fanelli, y en la socialista de Marx, introducidas
por su yerno, el indiano internacionalista Paul Lafargue. La Guerra de Cuba, la
sublevación carlista, la división y desgajamiento progresivo del principal
partido valedor del monarca, el liberal progresista, tras el asesinato de su
líder, el general Joan Prim i Prats en
el momento de la llegada de Amadeo, hicieron que éste renunciase al trono,
dejando paso a la proclamación de la Primera Rapública, el 11 de febrero de
1873.
Bandera provisional de la Primera República, mientras
se diseñaba una nueva, que nunca se adoptó.
Esta República tendría una corta existencia, poco más de 10 meses, hasta el 3 de enero de 1874 en que el promonárquico general Pavía ocupo el Parlamento. Entrando a caballo en el hemiciclo con efectivos de la Guardia Civil disolvió las Cortes y puso fin a la primera experiencia de Estado republicano. El caballo de Pavía pasaría a los anales de la Historia de España por ensuciar el foro democrático, aunque la mierda equina debidamente barrida no dejaría huella, no como en nuestra época ocurrió con el manejado golpìsta Tejero, que entró más finamente, a pie, provocando tal vez cacas en los atuendos interiores de algunos de los postrados diputados, pero los impactos de balas en los muros sí dejarían sus huellas, quedando hoy como una excelsa muestra de la iconografía ´democrática´ neoborbónica .
La Primera República contaba con
un conglomerado muy diverso de fuerzas políticas republicanas, procedentes o
evolucionadas del liberalismo burgués radical en gran parte y con
preponderancia de Federalistas (348 diputados de 367) a partir de las elecciones de Mayo en que
hubo un 60% de abstención, promovida ésta principalmente por los carlistas,
monárquicos alfonsinos y anarquistas con cierto influjo ya en las clases populares.
El Federalismo estaba también muy dividido, con las concepciones de una
republica federal o confederal desde arriba frente a los federalistas de acción
directa desde abajo que propugnaron y ensayaron la lucha cantonalista en el
Levante y Andalucía. De los cuatro presidentes sucesivos ( Figueras, Pí i
Margall, Salmerón y Castelar) solamente Pí, hijo de un obrero textil, se
inclinaría decididamente por el Federalismo, con contradicciones tan profundas
entre lo institucional del orden desde arriba y su ética prohudoniana utópica
por lo popular y social, decidiendo a la postre por lo primero y dimitiendo
ante la lucha cantonalista. La constitución de 1873, que no llego a entrar en
vigor avanzaba principalmente respecto a la del 69 en la forma republicana de
Estado, en la separación efectiva de Iglesia y Estado sin sufragar a ninguna
iglesia y en la creación de una organización territorial federal, con 17
estados entre los que se incluía Cuba, en guerra con la metrópoli en ese
momento. Quedaban sin embargo las preocupaciones populares sin resolver, entre
ellas las quintas – carne de cañón para la guerra de Cuba- sólo
aplicables a los que no tenían dinero para redimir el servicio militar
obligatorio y los odiados consumos,
impuestos municipales para toda transacción o venta de productos de los
campesinos pobres y artesanos en la ciudad.
En conclusión, la lucha por
la República en 1873-74 simbolizó un giro decisivo para la constelación de
clases. Si hasta entonces la burguesía liberal se había encontrado en la
vanguardia de los movimientos progresistas, a partir de ese momento ya
había que contar con la oposición de las fuerzas burguesas ante cualquier
intento de realizar objetivos más
trascendentales. Los años de 1868 a 1874 supusieron el fin del “ciclo revolucionario
burgués”, dando luz verde a la emergencia del “proletariado militante”(
Anselmo Lorenzo). Antes, sin embargo, una vez fracasada la Primera República
en su particular guerra multifrentista, les tocaba nuevamente a las elites
tradicionales ejercer su hegemonía durante medio siglo (2).
Notas:
(1).El concepto de ciudadanía en el primer
republicanismo español (1840-43).Florencia Peyrou.. Proyecto de investigación
BSO 2000-0055 financiado por la DGICYT.
(2) España entre tradición y modernidad.
Política, economía y sociedad (siglos XIX y XX). Walter L. Bemecker. Siglo XXI,
Madrid 1999. pag. 142
Huesca, febrero de 2014.
Luz Germinal
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