Que cada cual, a nivel individual, vaya a los actos religiosos que desee. Pero que representantes del Estado no lo hagan con atributos o emblemas asociados a su cargo de representación.
Algo tan de sentido común y de pura lógica es algo que aún no parecen entender los escasos ediles, y alguna edila, que aún provocan con el paseíllo antilaico (y limítrofe con lo ilegal) que se protagoniza los 29 de Enero en Zaragoza.
Ni es la única ciudad ni es la única fecha en la que tan lamentable espectáculo tiene lugar. Al menos en Zaragoza sigue habiendo hombres y mujeres que, acudiendo a la convocatoria de MHUEL, reprochan su incívica actitud a los que, ornados con banda roja y acompañados por maceros y timbaleros (este año, afortunadamente, los caballos no los han sacado), pasean su desprecio a la ciudadanía.
Hombres y mujeres los de MHUEL que soportan las amenazas de fuegos y torturas eternas de algún/a descerebrado/a que no soporta la libre expresión de los otros.
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