La presente reseña es obra de uno de los colaboradores del CRMAHU. La citada organización no expresa su acuerdo o desacuerdo con las ideas y aseveraciones insertas en la misma.
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EL TRIUNFO DE LA IMPOSTURA
por NEOFATO
Con parafernalia para aburrir. Con pretendida solemnidad, pero sin ninguna grandeza. Con autobombo huérfano de méritos. Con sonrisa impostada para con los que alababan el valor (o, simplemente, los cojones) de la corporación recién llegada. Con caballos al frente; con policías vestidos de gala con el único fin de rendir honores al Cid Azconizador. Con un trabajador de FCC provisto de capazo, escoba y recogedor por si alguno (de los caballos, supongo) sufre un apretón. Con timbales y sección de vientos ejecutando una simple melodía que no motiva nada ni nadie. Con policía, mucha policía, de uniforme o de paisano, con audífonos asomando, con armas abultando. Con un cuadro de seguridad plagado de concejales/as partidarios de la Reconquista, de las Glorias Imperiales, de la Justicia Divina. Con un recorrido amplio, muy amplio, para llegar a un punto de entrada a la Basílica accesible en línea recta y con distancia mucho menor.
Tan sólo he echado de menos una cuadrilla de toreros y un par de picadores para cerrar el cutre-cortejo, habida cuenta de la falta de miembros eclesiásticos que, según recuerdo de ocasiones anteriores, encabezaban el paseíllo. Pero, quizás, en esta ocasión todo el protagonismo se reservaba para el hombre del centro.
Porque en el centro de todo ello, levita y se desliza a unos centímetros del suelo Jorge Azcón, el conocido caudillo del pensamiento más rancio de la sociedad zaragozana (mejorando lo Voxpresente, que pone el listón muy alto, hay que decirlo), el hombre que, desandando todos los pasos dados en años anteriores por otros gestores municipales, exhibe su insensibilidad hacia el pensamiento más moderadamente progresista mancillando la banda roja y el bastón de mando, el hombre que, so pretexto de la tradición, cualquier día nos plantea retomar los autos de fé (que hay mucho/a librepensador/a en la sociedad aragonesa).Y ello mientras reparte sonrisas ensayadas y gestitos de pretendido saludo a los que vociferan acerca de sus atributos. ¿Es que no hay en esta ciudad un Rolls descubierto para pasear a su alcalde?
Y, dando el punto de dignidad y racionalidad a este paripé, los hombres y mujeres de MHUEL. Flanqueando doblemente a la troupe a su salida de la institución hoy ultrajada, formando un compacto grupo que sigue (sigue, no persigue; que esto de escrache no tiene nada) los pasos de los que han creído preciso hacer notar dónde van y cómo van. Poque por qué van de esas maneras ya es conocido.
Un grupo nutrido de personas este de MHUEL. Rozando el centenar. Portando en plastificados carteles consignas contra petrificadas actitudes. Coherente grupo este de MHUEL. Denunciando, allá donde se produzca, cualquier ataque contra la laicidad de los representantes públicos.
Y, como es habitual también, al finalizar el acto, alguien busca su minuto de cutre-gloria, intentando protagonizar un incidente. En este caso es una mujer que grita en un primer momento que ha sido golpeada por (¿uno, varios?) la gente que protesta; al poco cambia su versión diciendo que ha sido tocada (¡¡ Que asco producen estas personas que juegan a trivializar asuntos graves !!), para terminar declarando que está loca y que tiene todo el derecho a estarlo; todo ello entre apreciaciones acerca de la existencia o no de viriles atributos entre los concentrados, en repetida y obsesiva alusión en el día de hoy. Me empieza a preocupar tan enfermiza manera de provocación. Y quedó en nada lo que nada fue.
El frente laicista sigue abierto y la lucha continúa. Inmatriculaciones, sumisión de autoridades civiles al poder religioso, discriminaciones en materia fiscal, adoctrinamientos varios infiltrados en el sistema educativo, no persecución (o persecución laxa) de delitos de índole sexual, injerencias en la vida civil...
Aunque también en este campo puede pensarse que hemos perdido Zaragoza más por deméritos y egolatrías cancerosas de eso que llamamos izquierdas que por capacidades de los que llaman a la guerra santa, lo cierto es que en esta plaza las mujeres y hombres de MHUEL no dan la batalla (y aún menos la guerra) por perdida. Aunque esta mañana parezca haber triunfado la impostura.
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