Carlos Escartín, miembro del CRMAHU, es invitado a participar en el debate a realizar tras la proyección del documental "Los colonos del caudillo", proyección ésta inserta en el marco de las III Jornadas de Cine de Aineto.
En una carpa, de interior convenientemente oscurecido, se están ultimando los detalles cuando aparezco, a la hora convenida se inicia.
El documental trata, tomando un pueblo de colonización como modelo, de lo sucedido en el mundo rural al aplicarse el ideario fascista tras la victoria militar de los sublevados en el 39. Desde Utrera Molina a los más contestatarios del pueblo, desde el maestro a aparceros o el mismo cura miran a cámara y cuentan algo.
De cómo se inician los proyectos, de cómo la cuestión era estar cinco años produciendo casi por amor al arte, y luego veinte amortizando, de la presión social que se ejercía sobre los colonos, de su control ideológico previo, de las dificultades para conseguir, pasado el tiempo, los títulos de propiedad y de otras muchas cuestiones de la vida y afanes cotidianos tratan estos más de noventa minutos de temática rural en un entorno rural.
Anécdotas que se relatan provocan los comentarios de los asistentes. Del pueblo formado para recibir al general que no se digna pasar por el mismo en remake de "Bienvenido Mr. Marshall", de la obligatoriedad de ir a misa, de los mayorales a los que había que sembrar tierras para que no informaran negativamente, de las cartillas agrarias sin un sólo apunte de control de amortización, del síndrome de Estocolmo de los habitantes que no se atreven a considerar un más que razonable cambio del nombre del pueblo y dejar atrás la coletilla franquista "del caudillo", del menosprecio y hostilidad al que son sometidas las personas que lo ven acorde a los tiempos y, sobre todo, de esa sensación de agradecimiento eterno al expoliador de la esperanza por haberles alquilado (que no regalado; y el precio del alquiler fue alto) una pareja de vacas, una casa y una parcela para , a la vez que no se morían de hambre, engordar con su trabajo al Instituto Nacional de Colonización.
El documental, que transcurre en paralelo y con muchas referencias cruzadas a la historia de España desde 1955 hasta nuestros días, finaliza en una especie de bucle, de vuelta al pasado cuando la imagen de un rótulo de carretera que indica el nombre del pueblo protagonista (LLANOS del CAUDILLO) junto a otro que informa del CAMBIO de SENTIDO, se rotulan noticias recientes: desde el aparcar a Garzón hasta la victoria del PP en los comicios locales o la distinción al ministro franquista Utrera Molina por parte de la Fundación francisco Franco.
En el momento de iniciarse el foro-debate, a alguien se le ocurre que , mejor, si salimos al sol que se está demasiado fresco en el interior de la carpa. y así se hace: cada cual con su silla de madera y al exterior. Son los pequeños encantos de las proyecciones en lugares así, donde todo el mundo se siente como en casa.
Volviendo al debate, resulta muy animado y participativo. Se pone en solfa la transición y la ausencia de cambios profundos en la sociedad. Se expresa una crítica feroz al bipartidismo y a la manipulación informativa.
El documental, que transcurre en paralelo y con muchas referencias cruzadas a la historia de España desde 1955 hasta nuestros días, finaliza en una especie de bucle, de vuelta al pasado cuando la imagen de un rótulo de carretera que indica el nombre del pueblo protagonista (LLANOS del CAUDILLO) junto a otro que informa del CAMBIO de SENTIDO, se rotulan noticias recientes: desde el aparcar a Garzón hasta la victoria del PP en los comicios locales o la distinción al ministro franquista Utrera Molina por parte de la Fundación francisco Franco.
En el momento de iniciarse el foro-debate, a alguien se le ocurre que , mejor, si salimos al sol que se está demasiado fresco en el interior de la carpa. y así se hace: cada cual con su silla de madera y al exterior. Son los pequeños encantos de las proyecciones en lugares así, donde todo el mundo se siente como en casa.
Volviendo al debate, resulta muy animado y participativo. Se pone en solfa la transición y la ausencia de cambios profundos en la sociedad. Se expresa una crítica feroz al bipartidismo y a la manipulación informativa.
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