[...] Lorenzo Atarés evoca la imágen de Justo Arbués, el niño de once años que presenció los enterramientos y que señaló, ya mayor, el lugar exacto de la fosa. Afirma Lorenzo que imagina a estos diez hombres como profundamente orgullosos hoy; orgullosos de sus familiares que no cejaron hasta rescatarlos del olvido; orgullosos de que su memoria esté más viva que nunca y que no pudieran los asesinos matar sus ideas.
Los define el interviniente como hombres humildes, honestos y trabajadores a los que les tocó vivir años de muerte, paro y miseria; y que lucharon con sus armas, el trabajo y la palabra. La sinrazón, la locura y la injusticia se cebaron con ellos y así los mataron: sin juicio, en la ignorancia de los cargos de los que se les acusaba, sin defensa posible...
Y recuerda Lorenzo también a los supervivientes; a las familias marcadas, presas del desamparo y de la agonía interna de desconocer ni el destino exacto ni el lugar donde esperaban los restos del ser querido. Y el silencio, el pesado silencio cubriendo como una niebla espesa y pegajosa toda la población. Y como, en 1984, una persona cuya anonimato guarda, le contó los detalles del fusilamiento no sin antes recomendarle que guardara silencio. [...]
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domingo, 27 de enero de 2013
Homenaje a los 10 de Almudévar
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